Filosofándo sobre el aikido y nuestro proceso consciente
Dice un poema de O Sensei que "las técnicas emplean cuatro cualidades que reflejan la naturaleza del mundo. Dependiendo de la circunstancia, deberías ser: duro como un diamante, flexible como el sauce, ligero de movimiento como el agua o vacío como el espacio". Esto lo entendí de una manera un poco dolorosa, en mis principios como practicante de Aikido (Aikidoka), en una de mis prácticas, al no fluir con el entorno (en este caso, con mi compañero "Tori") me llevé un codazo, debido a mi exceso de confianza en que él aplicaría la técnica de la manera en que yo asumí que lo haría, sin embargo, un pequeño cambio y mi expectativa en que todo sería como esperaba aconteciera, hizo que las cosas tuvieran un resultado inesperado. A los pocos días de esto, mi ojo morado me hizo reflexionar que uno no debe confiarse en que todo será como ya preevimos y por el contrario, debemos adecuarnos lo suficientemente rápido para que esos cambios no nos lleven consigo. Cuantas veces en nuestra vida no nos llevamos golpes dolorosos (como el mío) porque las cosas no son como deberían ser o como nosotros QUEREMOS que sean. Un amor que se termina, la situación económica, el perder el trabajo, el perder a un ser querido, etc. son motivo de que caigamos en depresión por que nuestro entorno ha cambiado. Hay que ser consientes de que no podemos controlar lo que gira a nuestro alrededor y lo único o al único que podemos autorregular es a nosotros mismos. Hay que estar atentos y seguros de que vivimos en un mundo donde la única constante es el cambio, y por lo tanto debemos estar alertas a todas estas acciones externas para adecuarnos y no enfrentarnos a ellas. En la medida en que actuemos fluyendo como el agua y siendo flexibles como el sauce, veremos cada minuto de nuestra existencia como una maravillosa oportunidad para seguir creciendo en este proceso de aprendizaje.